Por Ramón Morillo
Esta palabrita tan zarandeada, sobretodo por quienes no tienen moral en esta sociedad podrida de valores, es una palabra hueca que sólo está de moda en la lengua de los teóricos en congresos como forma de darle elegancia al discurso.
A la palabra SOLIDARIDAD, le hace honor un periodista de la talla de Vianco Martínez, que ha estado al lado de las mejores causas, defendiendo su clase, que se la juega sin miedo a decir la verdad, no como muchos periodistas que obedecen a intereses de sus jefes. El lambonismo periodístico es lo que ha hecho de esta profesión la diferencia entre los periodistas honestos y los mediocres.
Quienes conocemos a Vianco sabemos de su intelectualidad, de su entrega y pasión por su profesión. Como escritor, periodista, fotógrafo, articulista y uno de los mejores en periodismo de salud sabemos que es una experiencia acumulada de más de veinte años donde no podemos permitir que unos cavernícolas con saquito vengan a burlarse de la dignidad y el prestigio bien ganado de un periodista dominicano.
Vianco nunca ha sido un reportero de oficina. Son pocos los periodistas que van detrás de un reportaje como lo hace él. De hecho, con sus artículos y sus fotografías se ha convertido en un propulsor de la salud en la Cordillera Central. Y aquella vez en que se ganó un premio de fotografía con una imagen de una escuela en la comunidad montañosa de Los Auqueyes, lo único que hizo al recibirlo fue pedirle a la Secretaria de Educación, doña Alejandrina German, que construyera esa escuela. Y allí está el centro con una hermosa bandera que Vianco le regaló y el mismo puso a ondear una mañana a las ocho.
Vianco no se lo ha dicho a nadie, y por su manera de ser nunca se lo va a decir, pero yo lo he visto mover el mundo para salvar mujeres embarazas en zonas apartadas del país. Un día hizo mover un helicóptero que le prestaron para a ir a buscar un niño que necesitaba urgente atención médica y si no la recibía de inmediato, podía morir. Imagínense a Vianco Martinez peleando solo contra el mundo para conseguir un helicóptero e ir en persona a buscar un niño a la montaña e impedir que se muriera.
Vianco tiene en la montaña tantos amigos como hojas tiene un árbol. Muchas veces la vida me ha dado la oportunidad de ir con él por esos lugares, tanto en asuntos de trabajo, como en asuntos personales. Con él he caminado muchas veces a caballo por la cordillera, con él he cruzado ríos como el Yaquecillo, que divide a Azua de Constanza y he asistido a las fiestas típicas de la sierra, donde amanece con los campesinos cantando con ellos sus tonadas (que por cierto, se las sabe todas).
La sensibilidad que tiene Vianco para mirar las cosas sencillas y asombrarse con ellas (y creo que por eso es que ha sido un buen reportero), no tiene comparación. Una mañana me hizo caminar a caballo junto a él hasta llegar a un lugar que quería mostrarme, sólo para decirme: “Morillo, esta es la sabana más hermosa del mundo”. El lugar se llama Sabana Andrés y está tan alto que allí las nubes te pasan por los pies.
Creo que todos los periodistas tienen en Vianco Martínez a una persona especial, una persona que los sabe representar y que nunca los va a defraudar.
La influencia, los privilegios, y la torpeza del manejo del caso Vianco Martínez es lo que ha hecho de su caso un circo, si la fiscalía no se empantalona podemos decir que estamos ante la más baja y descarada galleta a la prensa de este país, al menos, del periodismo serio.
Todos los periodistas con dignidad, fotógrafos, camarógrafos, todo aquel que haga opinión tiene una cita en la Fiscalía el martes 09 de este mes a las 0:9 00 A.M.
Tiene Vianco que sentir que no está solo, que hay un periodismo depurado, coherente y que no puede ser marcado por la indiferencia. Ya está bueno de abusos, de no dar un ejemplo con este caso, todos somos copartícipes del atropello a un periodista y nos convertiríamos en aliados de los métodos represivos a la hora de buscar una entrevista.
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